La Universidad de Oviedo lidera un consorcio para el desarrollo de sistemas de potencia para vehículos ambulantes no tripulados, más conocidos como rovers lunares, que combinan paneles solares, baterías y generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG por sus siglas en inglés: radiosotope thermal generators).


Dentro del consorcio, el grupo de Sistemas Electrónicos de Alimentación de la universidad asturiana gestiona cómo extraer la energía de cada una de estas tres fuentes, además de la recarga de las baterías. Por su parte, investigadores de la Universidad de Leicester (Reino Unido) desarrollan los RTG –son líderes en estos dispositivos–, y científicos del Technology Research Group, de la Universidad de Vigo, se encargan de modelar el entorno térmico en el que operará el rover.


Este proyecto de dos años, llamado Advanced Management Power Electronics for Radiosotope and Solar (AMPERS), está financiado con 340 mil euros por la Agencia Espacial Europea (ESA). Su objetivo es diseñar sistemas eléctricos que combinen las diversas fuentes de energía (solar, RTG y baterías), de modo que se garantice la demanda de un rover en el polo sur lunar.


En este emplazamiento, se combinan, por un lado, regiones en las que nunca luce el Sol, con lo que no hay energía solar disponible y, por otro, zonas en las que el Sol nunca se oculta. Un vehículo que trabaja en este entorno debe adaptarse a ambas situaciones.


Las tres fuentes de energía, por separado, tienen algunos contras. Los RTG proporcionan una fuente de energía eléctrica constante, pero muy baja y a un voltaje incompatible con los sistemas de potencia eléctrica típicos en aplicaciones espaciales. Además, responden muy lentamente ante cambios de la demanda de potencia.


Con información de: VTV.

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