En las ruinas de El Pueblito quedaron los sueños de Abraham

El sonido es similar al de una o varias personas haciendo crujir los huesos de sus dedos o como cuando el viento golpea constantemente contra una estructura. Esto es lo que se escucha cuando se llega a la entrada de El Pueblito, en el estado Táchira. “Todo traquea”, explica Abraham, un joven de 17 años, parado sobre lo que eran las paredes de su casa.

“Eso no era así”, cuenta, porque donde había 44 casas, hoy solo hay ruinas. Como efecto dominó una a una se desplomaron, las paredes y techos quedaron en el suelo. Todo empezó el pasado 11 de agosto cuando llovió tan fuerte que las gotas golpeaban como piedras y todo se inundó y el terreno comenzó, poco a poco, a desplazarse.

Mientras las casas se agrietaron y todo colapsó por el agua, las familias corrían para sacar e intentar salvar sus enseres y otras pertenencias.

Todo esto lo hicieron mientras las grietas de las paredes eran cada vez más grandes y el suelo se movía. Como pasó con la casa de Abraham porque ni él, ni su mamá, su tío, su abuela o sus dos hermanos menores tenían claro la magnitud del desastre, hasta que la pared frontal de su hogar se cayó.

Cuando los funcionarios de Protección Civil llegaron al sitio, informaron que tenían que dejar la casa, la caída era inminente. La familia comenzó la mudanza a casa de una tía de Abraham que vive al otro lado del sector El Pueblito, en la parte baja, donde hay otras 21 casas en riesgo, porque están sobre un terreno que se mueve y que por donde las personas pisan, sale agua.

Lograron sacar la ropa, utensilios de cocina y las camas, debieron dejar los muebles, juguetes y afiches porque en la casa de la tía no hay espacio. Ahora les toca vivir juntos cinco adultos, dos jóvenes y un niño.

Desastre a cada minuto

Las calles de El Pueblito están destrozadas, tienen árboles caídos y están llenas de tierra. No quedan casas habitables sino ruinas. Todos en la comunidad sacaron lo que pudieron, algunos se llevaron ventanas y puertas, con la esperanza de venderlas o utilizarlas algún día.

Mientras Abraham contaba a El Pitazo sobre aquella noche cuando todo comenzó, se escuchaba el ruido del derrumbe de las casas. Justo al frente de él, una pared colapsó mientras daba la entrevista. Pareció no sorprenderse, solo hizo un gesto de lástima, como quien está acostumbrado a que eso suceda todos los días.

Para el joven cada minuto aumenta el peligro. “Hace días me tocó ir a terminar de hacer una mudanza y cuando llegué me dijeron que ya no podía entrar a la casa porque está que se cae toda”.

La casa de Abraham, antes de la tragedia, estaba dividida en dos estructuras. Una donde vivían todos y otra que acababa de construir su tío para tener un espacio privado. Ambas partes son, actualmente, inhabitables. “El piso de mi cuarto está levantado, si me paro en la punta toco el techo”. En el cuarto de Abraham, ahora el piso tiene forma de montaña.

Con información de El Pitazo

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